Más violencia en la Liga Cañadense: POR DANIEL ALIPRANDI

 

UN SOCIOLOGO QUE ME DESZASNE

No soy sociólogo para explicarlo; no soy político para resolverlo, no soy policía para evitarlo. Soy periodista para contarlo, aunque sinceramente, cada vez tengo menos ganas… Y cada vez, como mucha gente, voy adquiriendo con mayor fuerza una sensación de impotencia y por ende, de tirar todo a la mierda, de no ir más, de claudicar…

Cuando todavía resuena tan fresco el sonido terrorífico de las itacas disparando a mansalva en la última final, tener que escuchar nuevamente ese ruido y revivir el horror, me pareció mucho. Vi chicos de muy corta edad en la cabecera local esconderse detrás de columnas, madres desesperadas y corridas a granel. Yo también me cubrí, y pregunté a mis entrañas… ¿qué estoy haciendo acá?... ¿qué nos está pasando?

La postal mostraba situaciones de violencia en varios frentes, con elementos contundentes (llámese piedras) que sobrevolaban por el aire dirigidas a impactar en la humanidad de alguien. Sobre lo sucedido en el campo de juego derivado del desarrollo del partido, ambas parcialidades se fueron disconformes por la actuación del árbitro: los de América, quejándose por lo que entendieron como la sanción de un penal inexistente; los de ADEO, por la anulación de dos goles de Sandoval que el árbitro y los jueces de línea entendieron en posición adelantada: unos y otros enfurecidos con el referee. Mucha gente simpatizante del equipo local me manifestó que quienes generan estas situaciones son los árbitros, a partir de fallos que ellos entienden son parciales a favor de un determinado club.

El ¿operativo policial? Bien, gracias: no se cortó ninguna calle ni al ingreso ni previo a la finalización del partido, y las fuerzas del orden reaccionaron tarde ante los piedrazos que partían desde las arterias adyacentes hacia el interior del estadio. Al no haber planificación, la reacción de la policía fue mala: allí también retumbó el sonido de las balas de goma. El saldo: dos mujeres, una adulta y una joven de la parcialidad visitante con heridas en la pierna y en la cabeza respectivamente debido al impacto de las piedras, teniendo que ser suturadas en el servicio de emergencia.   

Vi a los dirigentes de América desesperados por frenar lo incontrolable. Previo al partido me explicaron los esfuerzos que están haciendo como para presentar un estadio con mejoras. Es más, la tarde anterior estuvieron terminando la colocación de un portón que brinda seguridad a una zona antes desprotegida. Fue increíble, porque al terminar todo y cuando me retiraba del club opté por agradecer a Dios que la situación no haya terminado peor, como realmente parecía que iba a ocurrir.

Da la sensación que ya es mucho. Que puede pasar en cualquier cancha y en el momento menos pensado. ¿Qué estaremos esperando?

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