Pablo Dìaz es árbitro de la final de la liga que disputarán DEFENSORES DE ARMSTRONG Y ATLETICO DE SAN JERONIMO. Los líneas serán Fretes y Airasca. El cuarto árbitro será Ferrari. Todos son de Rosario.
Pablo Díaz es rosarino por adopción y hace menos de un mes debutó en la espinosa tarea de ser árbitro en la primera división del fútbol argentino. A los 33 años se convirtió en el cuarto referí representante de la ciudad de Rosario en llegar al fútbol grande detrás de Claudio Martin, Sergio Pezzotta y Saúl Laverni.
Casi de refilón, a los 17 años tomó las riendas del referato que, como él mismo definió, es una actividad que no se revela como un sueño deseado desde pequeño, sino que llega de manera inesperada y después se transforma en una profesión repleta de desafíos.
“Creo que nadie decide ser árbitro. Jugaba a la pelota y tuve una lesión que me dejó afuera de la cancha. Entonces mi viejo, apuntado por un compañero del Swift que es referí, insistió para que me iniciara en el arbitraje así me ganaba unos manguitos adicionales. No me interesaba hasta que un día él decidió hacer el curso y lo acompañé”.
Fue así que a los tres meses ya se había calzado la pilcha negra para dirigir a los menores. Y avanzó mientras combinó ese trabajo con la carrera de agrimensura, profesión que aún desempeña en el Servicio Público de la Vivienda de la Municipalidad de Rosario.
Pablo nació en Jujuy y a los 14 se instaló definitivamente en Rosario. Aunque no es su ciudad natal, sufre la etiqueta con la que el fútbol argentino marca a los árbitros rosarinos: no pueden dirigir a Newell’s, Central y Tiro Federal.
Sin embargo, el destino fue esquivo de los mandatos y su primer partido en la B Nacional fue Tiro Federal-Instituto en diciembre de 2007. “Me asignaron y después me querían sacar. Hasta en la AFA creían que era totorense porque esa era la liga en la que más dirigía, por eso se confundieron y me mandaron a Tiro. Ya sobre la hora se dieron cuenta de que era de Rosario, pero no llegaba a viajar hasta San Juan donde había otro chico que se iniciaba. Fue un debut sin problemas y Tiro venció por 1 a 0”.
Cuenta que hace un año la situación se repitió pero el final fue otro: “Me dieron otra vez Tiro ante Ferro pero ese partido sí me lo sacaron”. Ante la polémica decisión, desde el Sadra (Sindicato de Arbitros de la República Argentina) le explicaron que era por seguridad: “El fútbol en Rosario es muy pasional y como la medida es para todos los clubes no vamos a hacer la diferencia”, le explicaron.
Tuvo un largo derrotero primero por las canchas de la región, para después saltar a los estadios del interior. “Empecé en el Argentino C, dirigí una final de la A en Puerto Madryn con Rivadavia de Lincoln y salió bien. A partir de eso me hicieron un contrato en la AFA”.
En la primera arrancó el 25 de septiembre pasado cuando Argentinos le ganó a Banfield por 1 a 0, después fue el silbato en la victoria de Racing por 3 a 0 ante Huracán y en la goleada de Vélez a Colón por 6 a 0. Condujo los destinos del clásico córdobés que Belgrano e Instituto empataron 2 a 2 en la B Nacional.
Convivir con el error es uno de los cometidos que aprendió en las reválidas y cursos habilitantes: “Nos equivocamos y es parte del fútbol. Es un trabajo mental no cargarse con el error y seguir adelante. Tampoco es cuestión de compensar si te equivocaste porque entonces son dos los errores y la embarrás más”, explica, quien siempre admiró el estilo de Horacio Elizondo.
El momento más feliz de un arbitro es difícil de describir, no hay triunfo ni gol ni puntos a favor. Pablo encuentra el placer en el instante en el que suena el teléfono y le avisan el próximo destino: “Es muy lindo cuando se recibe la designación. Por ejemplo fue una explosión de saludos cuando debuté en primera, y la otra circunstancia es al final del partido cuando sabés que no cometiste tantos errores. Es el momento de mayor relajación saber que salió bien”.
Nota realizada por diario la capital a Pablo Diaz en el 2010
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