Tiene todo el tinte de ser un cuento del Negro Roberto Fontanarrosa. Pero no lo es. Es la realidad de la Liga Regional Totorense y de un partido más hablado que jugado, entre el Club Sportivo Rivadavia de San Genaro y el Club Sportivo Belgrano de Oliveros. El domingo, el encuentro entre ambos en el marco de una nueva fecha de la fase regular de la liga, no terminó. O mejor dicho, sí terminó, con la disputa del primer tiempo. Todo esto está enmarcado en las vicisitudes que se suscitaron en torno a la aparición de un caso de Covid-19 en la localidad de Oliveros, de variante Delta y que provocó que el Intendente de San Genaro, Gastón Marconcini, firmara un DNU para que el público visitante no pueda ingresar a la localidad, que hoy no tiene casos activos, además de exigir a los futbolistas visitantes los hisopados correspondientes.
Desde entonces, todo fue un ida y vuelta con ribetes de ficción que muy bien podría haber garabateado el escritor rosarino que tantas historias le dedicó al fútbol. En este sentido, un resumen más o menos rápido diría que: conocido el caso de variante Delta en Oliveros, hace varios días, con decenas de personas aisladas y en proximidad con el encuentro entre Sportivo Rivadavia y Sportivo Belgrano y a raíz de que la dirigencia de la Liga Regional Totorense optara por no suspender el partido a partir de la inquietud de las autoridades locales, el intendente de San Genaro optó por lo siguiente: un DNU.
En el DNU "obligado" que firmó Marconcini, porque así lo define después de que los comités de Prevención y Salud de la ciudad le hayan advertido la peligrosidad de circulación de personas de Oliveros en la cancha, y ante la no toma de medidas de la Liga, prohibía justamente eso y solicitaba que los jugadores de ambos planteles de Sportivo Belgrano (reserva y primera) presentasen hisopados negativos. Atendiendo al pedido, la visita argumentó que ello no sería posible por el alto costo y entonces allí San Genaro le puso a disposición los recursos para hacerlos. Volvió a haber negativa de la gente de Oliveros y se esperó al domingo, a ver si finalmente vendrían con los tests. Paralelamente el Club Sportivo Rivadavia decidió, en "señal de buena voluntad de querer jugar el partido", según palabras de su presidente Gabriel Pujol (hijo) hace algunos días a este diario, que su gente tampoco ingresase al club ya que la visita argumentaba "ventaja deportiva" si ello sucedía y pese a que San Genaro no tiene casos.
El domingo, día del partido, la historia sumó nuevos capítulos: los jugadores de Oliveros no presentaron los hisopados que la ciudad exigía para su ingreso pero así y todo les permitieron disputar los partidos. De reserva y primera, mientras los hinchas del local, a sabiendas de que no podrían ingresar, se colocaron en las calles aledañas a la cancha de fútbol (calles de tierra que están muy, muy cerquita) y alentaron desde allí. Hay quienes hablan de una jornada tranquila y hay quienes señalan que hubo algunos disturbios.
Cuando se escurría el primer tiempo y Sportivo Rivadavia ganaba 3 a 0 (garantizándose el acceso a las semifinales a falta de un par de fechas para el cierre de la fase regular mientras la visita aún pelea por meterse entre los cuatro mejores), un jugador de Sportivo Belgrano iba a ejecutar un córner, pero agarró la pelota y se fue a hablar con el árbitro. Acusó una agresión verbal desde afuera y el juez dio por finalizada la primera parte. A partir de ahí hubo más de una hora de discusión en los vestuarios: delegados, árbitros, policía, capitanes. Que si estaban dadas las condiciones, que sí, que no. En principio, la policía y los árbitros (el principal de la terna Brian Ferreira) habrían dado garantías para seguir, pero Belgrano decidió no jugar más. Y se fue.
Como un partido eterno, esta semana sigue la polémica: desde Sportivo Rivadavia prefieren no hablar hasta esperar que la Liga Regional Totorense dé a conocer el informe del tribunal, para saber si además le otorgan o no los tres puntos que iba encaminando en cancha. Y por otro lado esperan lo mismo en Belgrano de Oliveros y con el alerta puesta en un posible reclamo si las cosas no los convencen. Tras dicha reunión (este martes por la noche), se esperará el descargo de los clubes. Desde Oliveros argumentan que no siguieron jugando porque sus jugadores recibieron agresiones: en reserva un piedrazo sin puntería y en primera, insultos discriminatorios. Dicen también que el club local finalmente tenía algunas personas dentro del predio que no debían estar allí y de que fueron tratados con desprecios, hasta que un dirigente le negó a uno de ellos, agua. Aducen "soberbia", "malos modos" y "discriminación toda la semana".
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Por su parte y más allá de lo que finalmente diga la liga, el intendente de San Genaro Gastón Marconcini avisó que hará una denuncia penal contra el club visitante por "atentar contra la salud de los locales", ya que "los jugadores se negaron a hisoparse, teníamos todo el operativo montado y se negaron". Para él, claramente, "nunca tuvieron intenciones de jugar el partido" y todo lo demás se dio a partir de ello. Que parece un cuento de Fontanarrosa, aunque está pleno de realidad en un contexto de pandemia que no termina.